domingo, 7 de junio de 2015

2015-06-06-La Cruz Roja del Mar de Getxo sopla su 40º aniversario al timón en Arriluze. DEIA.

La base, una de las siete que la entidad posee en Bizkaia y Gipuzkoa, realiza alrededor de 150 intervenciones al año a lo largo de sus cuatro décadas de auxilio en el Cantábrico.

DEIA- Eunate F. Domínguez - Domingo, 7 de Junio de 2015 -



Getxo. Salvamento marítimo suena a dedicación, a peligro. Suena a lucha, a sufrimiento. Pero detrás de la palabra también se esconde la realidad de muchas vidas salvadas, el significado de dar sin pedir nada a cambio. Se dice pronto, pero cuarenta años ayudando a los que sufren en el mar es toda una vida. Y es, precisamente, los que lleva Cruz Roja del Mar en Arriluze. Así, ayer los 80 trabajadores de la base del puerto de Getxo que se lanzan a la mar cada vez que alguien lo ha necesitado soplaron las velas de su cumpleaños. Y lo hicieron de la mejor forma posible: dándose a conocer a sus vecinos, todos ellos anónimos, pero los que pueden necesitar algún día la ayuda de estos profesionales. Porque vestidos de calle pasan inadvertidos ante la mirada de la ciudadanía. Pero ya sea con vaqueros o con neopreno siempre velan por la seguridad de los ciudadanos. Para la celebración, el puesto de Arriluze echó la casa por la ventana; y aunque no es literal, tranquilamente podrían haberlo hecho porque la ocasión lo merecía.

Sus inicios se remontan al 1 de junio de 1975 cuando Cruz Roja del Mar se estableció en el emblemático edificio llamado Casa Del Naúfrago, construido en 1921. Y desde entonces no han parado. Los inicios no fueron fáciles ya que apenas contaban con embarcaciones ni material suficiente. Lo que sobraba eran ganas, ilusión, y así pudieron continuar andando y pasando páginas del calendario, casi sin darse cuenta. De hecho, comenzaron su andadura con escasos 20 voluntarios y en la actualidad son 78 los chicos y chicas que regalan su tiempo sin pedir nada a cambio. Incluso dos personas están en lista de espera para entrar a formar parte del equipo.

Su labor es variada y no existen dos días iguales. Recientemente, su trabajo se dio a conocer con un suceso que estremeció la localidad getxoztarra. Un perro cayó al vacío y el amor de su propietario hizo que él fuera detrás. Salvó al can. Pero él murió y fueron los profesionales los que tuvieron que asistirle. “A veces, tenemos sucesos muy duros”, zanja Pedro con lástima de la noticia. Y es que en su día a día son muchas las ocasiones que salvan a los animales e incluso a los dueños que arriesgan la vida por sus mascotas.

Entre todos ellos conforman una pequeña familia que convive durante varias horas en un reducido espacio de apenas dos pisos. El de abajo es el denominado húmedo, porque ahí reposan los neoprenos empapados una vez hecha su labor, por lo que los voluntarios siempre entran hundidos. En la planta baja también se sitúan las taquillas, personalizadas para todos los voluntarios, y unos vestuarios junto a las duchas.

La llamada. A pocos metros de distancia entre los vestuarios se encuentran las escaleras que conducen a la segunda planta: Se asemeja a la calidez de un hogar. La sala, la habitación llena de camas, la cocina, la sala de reuniones y la oficina, simulan una vivienda donde los integrantes hacen una vida normal, como la de cualquiera. Sin embargo, el gélido ambiente se trunca cada vez que suena el teléfono o los walkie talkie. Ahí comienza su labor de todo el personal de Cruz Roja del Mar. Son llamadas de emergencia y activan a todos los ocupantes. “De lunes a jueves no estamos siempre aquí, pero el voluntario que esté trabajando tiene que estar disponible para la emergencia”, explica Pedro. Por esta misma razón, en las labores de trabajo es importante que los profesionales siempre estén en las inmediaciones de Getxo, aunque eso es lo de menos.